La Coroña del Castro

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Descripción

Un castro es un asentamiento fortificado, es decir, un poblado protegido con uno o más fosos (concavidades longitudinales en el terreno) que bordean el recinto, parapetos (convexidades longitudinales formadas con la tierra extraída de los fosos) y muralla. Controlando los accesos al mismo o en otro lugar estratégico puede tener o no un torreón, calles no siempre ortogonales, viviendas y dependencias auxiliares.

No todos los castros tienen la misma cronología. En Asturias nacen en la primera Edad del Hierro, allá por el siglo VIII antes de Cristo, y perduran hasta la Edad Media. El que nos ocupa no ha sido excavado y, por tanto, desconocemos su época de fundación, la duración de su ocupación y si fue abandonado por su habitantes o destruido por alguna causa bélica.

La Coroña del Castro

El yacimiento ha proyectado tradicionalmente su topónimo sobre el monte en el que está y sobre uno de los ríos que nacen en su ladera y tiene, como es tradicional en este tipo de asentamientos emblemáticos, su propia leyenda. La tradición oral recoge la existencia de una cueva, la Cueva del Melón, interpretada como una larga galería que arrancando desde el interior del castro permitía huir a sus habitantes y ponerse a salvo en caso de apuro. En la actualidad, tal cueva aún no ha sido localizada y cabe pensar que la misma puede hacer referencia al hoyo que se formó tras el derrumbamiento de una posible torre, a la que haremos referencia con posterioridad.

Localización

La Coroña del Castro pertenece administrativamente a los concejos de Cabranes, Nava y Piloña. La importancia de su trascendencia histórica queda reflejada precisamente en que el yacimiento supone un hito de amojonamiento entre los tres concejos.

El topónimo de la Coroña de Castro

A finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX el monte era conocido indistintamente como Mosquil, Coronas del Castro, Montes de Castro o Monte Corona de Castro. A partir de la mitad del siglo XIX parece que se fija ya el topónimo de Monte de Castro.

Lope José Bernardo de Miranda y Quirós (finales del siglo XVIII), que destaca dentro de la topografía del concejo a la Corona de Castro dice: «El monte de Torazo llamado de Corona de Castro...».

Madoz (1845-1850) también recoge como hidrónimo la Coroña de Castro, que tendría nacimiento en el cerro del mismo nombre.

Bellmunt y Traver (1900) extiende el topónimo a toda la sierra: la denomina «Sierra de la Coroña de Castro».

Por tanto, se observa una evolución clara del topónimo de finales del siglo XVIII a mediados del siglo XIX: CORONA > COROÑA.

La constatación de restos arqueológicos en la historiografía

Lope José Bernardo de Miranda y Quirós recoge la siguiente información: «El monte de Torazo llamado de Corona de Castro, sobre cuya cumbre hay ruinas de edificios y castillo antiquísimo y se encontraron no hace muchos años monedas romanas».

Bellmunt y Traver también da noticia de la existencia de ruinas. No sabemos si transmite la información de Miranda y Quirós o si realmente visitó el lugar. Dice al respecto que «quedan ruinas de vetusta fortaleza, en cuyas cercanías se encontraron monedas romanas imperiales». El dato es importante por cuanto que añade el adjetivo con proyección cronológica de «imperiales» a las monedas romanas encontradas en las cercanías del castro. Y a diferencia de las referencias de finales del siglo XVIII y principios del XIX, sitúa las monedas fuera del recinto, en las «cercanías».

La identificación del castro

En 1959, más concretamente el 6 de agosto, José Manuel González y Fernández-Valles reconoce el castro. En su archivo personal se conservan 17 fichas y 17 fotografías del castro. En las fichas dibuja 6 croquis: una planta del recinto y cinco cortes transversales en varias direcciones.

José Manuel González ya no vio ruinas arquitectónicas reseñables, excepto restos de un posible torreón al que ya hemos hecho referencia y sobre el que nos extenderemos más adelante.

Con José Manuel González se conoce por primera vez, en detalle y con precisión, la estructura del castro. Gracias a su documentación sabemos que el castro:

—Tiene planta elíptica.

—Estaba perfectamente delimitado por dos fosos que lo recorrían por el Norte y Oeste y un solo foso en el Este y en gran parte del Sur.

—La estructura de fosos se complementa con sus respectivos contrafosos o parapetos.

—Que el único sitio sin defensa clara es el sudoeste.

—Que en el interior del recinto, tanto en el Este como en el Oeste, había una amplia plataforma sobre los fosos y altitudinalmente más baja que otra plataforma central interior.

—La boca del primer foso mide 6 metros y que el parapeto tiene una altura variable: 3-6 metros desde la base del foso.

—La parte más alta y central del recinto es relativamente plana.

—Es probable la existencia de un torreón en el extremo interior occidental del castro, justo sobre el primer foso interior: «En el vértice occidental de lo alto del castro hay un montículo de tierra con un hoyo circular de unos 5 m de diámetro y 3 m de hondo sin paredes de piedra».

No se puede descartar que el castro, como otros lugares, haya servido de cantera para construcciones de todo tipo y que, por tanto, se haya arruinado la posible torre y que de ella no quede más que su negativo.

En 1966 el castro pasa a ser divulgado por la escueta noticia que del mismo publica José Manuel González en «Archivum». Dice: «La Coroña el Castro. Situado en términos del lugar y parroquia de Fresnedo. Reconocido el 6-VIII-1959». Más tarde, este autor reproduce esta misma referencia en «Miscelánea Histórica Asturiana» en 1976. A partir de entonces se reproducen las citas sin aportar nuevos datos: José Antonio Mases (1970), Gómez-Tabanera (1974), el mismo González y Fernández-Valles (1976, 1978 y 1980), Fernández Ochoa (1982) y Emiliano Pérez Junco (1990).

En 1985, poco antes de que se produjera la primera alteración morfológica del castro y la destrucción parcial del mismo, visitó el castro, con motivo de la ejecución de la Carta Arqueológica del Concejo de Piloña, Enrique Arnau Basteiro. Este autor ya no conoce el monte tan limpio como lo vio José Manuel González en 1959, e informa de la presencia de eucaliptos, lo que dificulta el reconocimiento de las estructuras de la fortificación. Sin embargo, reconoce los mismos elementos defensivos descritos por José Manuel González y los posibles restos del torreón: «gran pozo de unos dos metros de profundidad». Quizá lo más importante de su descripción, debido a que con posterioridad esa información se destruye en gran parte, sea la de la percepción de «dos plataformas más o menos llanas de unos 24 x 20 metros en sus ejes» (E. y O.), con una clara orientación Sur».

Más tarde, Leonardo Martínez Faedo y Fructuoso Díaz García (1993), con posterioridad a la destrucción parcial de 1985, informan que Enrique Caso «localiza en una visita al yacimiento algunas cerámicas con decoración peinada» y dicen que los materiales han sido depositados en el Museo Arqueológico de Oviedo. Hemos comprobado este último detalle y, tal como nos aseguró su Directora, D.ª Matilde Escortell Ponsoda, en 1994, dicho depósito no se había realizado aún.

Esta última descripción de los citados autores es importante por cuanto que la posible «torre» ya no se conserva.

La modificación de la estructura del castro

A finales de marzo de 1985 una pala excavadora realiza una zanja longitudinal que recorre el eje mayor del castro y corta las defensas del recinto. Este hecho, que tuvo gran repercusión en la prensa regional y local («La Voz de Asturias», «La Nueva España» y «Eco de Cabranes»), fue comprobado mediante inspección de Elías Carrocera Fernández a solicitud de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias el día 3 de abril de ese año. Dos días antes, Joaquín Alejo Lloris, alcalde de la Corporación de Cabranes, visitando el lugar, encontró una moneda, que, catalogada por D.ª Matilde Escortell Ponsoda, resultó sin valor numismático, ya que se trata de una imitación de un bronce hispanorromano.

El día 13 de junio de 1994, mediante instrucción de la Consejería de Cultura, hace inspección al lugar Vicente Rodríguez Otero para comprobar los extremos de una denuncia sobre una nueva destrucción del yacimiento. Ésta se había desarrollado sólo parcialmente sobre la anterior modificación morfológica y estructural, alcanzando el ancho de la zanja en todo el recinto unas dimensiones variables: 11 a 22 metros. Longitudinalmente, la zanja tiene un recorrido subparalelo Este-Oeste (96º - 276º norte magnético) al del eje mayor del recinto (96º 45´ - 276º 45´), con una dimensión que afecta a todo el castro, incluidas las defensas más exteriores, de 155,2 metros. En el Este la zanja vira hacia el Sur. Los escombros extraídos de la excavación se acumulan al Norte y al Sur del surco. Para ello se aprovechó la pendiente, de tal manera que la mayor acumulación de escombros, por esa causa, se realiza en el Sur. Mientras que en el Norte éstos tienen una altura que varía de 0,10 a 0,25 m por 1,2 a 2,4 m de ancho, en el Su, aquéllos ocupan de 1,4 a 2,4 metros de ancho por 0,65 a 1 metro de alto.

En el oeste, en su tramo más meridional, en el segundo foso se conserva una plataforma de relleno de más de 2 metros y en el foso Este, también en su zona meridional, existe otra plataforma de relleno de 7 por 8 metros. Por el Norte, el segundo foso se rellena con escombros que alcanzan altura variable: 1,95-3,15 metros. Estos mismos rellenos se aprecian también en el segundo foso meridional. Paralelamente, los parapetos se han cortado tanto en el Norte como en el Sur con medidas que varían de 1,22 a 0,79 metros.

Cualitativamente, la zanja ha afectado a dos zonas con muchísimo potencial arqueológico: a las dos plataformas que existían al Este y al Oeste del castro. En extensión, en estos tramos, con mayores posibilidades de información, se han destruido en torno al 40-45% de su superficie, pero dentro de ella a la más significativa, ya que no se ha observado cimentación alguna del posible torreón.

En la citada inspección se recuperó un fragmento cerámico, depositado en la Consejería de Cultura, que lleva la sigla: C-01-94 y se caracteriza por ser un fragmento de galbo curvo de pasta de amasado profundo de arcilla bastante grasa. Los degrasantes son escasos, muy pequeños y probablemente cuarcíticos y micáceos. Presenta cocción reductora y se ha fabricado a torno. Sus dimensiones son: 2,58 cm de alto por 3,37 de ancho y 0,6 cm de grosor.

Cronología del castro

De la documentación consultada se desprende que sólo tenemos noticias indirectas con proyección cronológica de finales del siglo XVIII y principios del XX: monedas imperiales romanas. Pero tal extremo no ha podido ser contrastado por encontrarse aquéllas en paradero desconocido.

Los habitantes del castro

En el supuesto de que el yacimiento tuviese una fundación prerromana estaría habitado por los lugones y su número no superaría, a tenor de las dimensiones del recinto, las cien personas.

BIBLIOGRAFÍA

MIRANDA Y QUIRÓS, Lope José Bernardo de: «Monografía sobre el concejo de Cabranes» para el «Diccionario Geográfico-Histórico» de Martínez Marina, en Mases, José Antonio: «Cabranes».

MADOZ, Pascual (1845-1850): «Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Asturias», Madrid.

VIGIL, Ciarico Miguel (1887): «Asturias Monumental, Epigráfica y Diplomática», Oviedo.

GONZÁLEZ AGUIRRE, José (1897): «Diccionario Geográfico y Estadístico de Asturias», La Habana.

BELLMUNT Y TRAVER, Octavio (1900): «Cabranes», en «Asturias», tomo III, Gijón.

GONZÁLEZ Y FERNÁNDEZ-VALLES, José Manuel (1959): 17 fichas y 17 fotografías de su archivo personal.

——(1966): «Catalogación de los castros asturianos», en «Archivum XVI», Oviedo.

MASES, José Antonio (1970): «Cabranes», en Gran Enciclopedia Asturiana, tomo 3, pp. 172-183, Gijón.

GÓMEZ-TABANERA, J. M. (1974): «Prehistoria de Asturias», Dpto. de Prehistoria y Arqueología, Universidad de Oviedo, Oviedo.

GONZÁLEZ Y FERNÁNDEZ-VALLES, José Manuel (1976 y 1980): «Miscelánea Histórica Asturiana», Oviedo.

——(1978): «Asturias Protohistórica», en «Historia de Asturias», ed. Ayalga Ediciones.

FERNÁNDEZ OCHOA, Carmen (1982): «Asturias en la época romana», Universidad Autónoma de Madrid, Madrid.

ARNAU BASTEIRO, Enrique (1985): «Carta Arqueológica del Concejo de Piloña», sin editar, depósito Consejería de Cultura.

PÉREZ JUNCO, Emiliano (1990): «Cabranes», Emiliano Pérez Junco, Gijón.

MARTÍNEZ FAEDO, Leonardo, y DÍAZ GARCÍA, Fructuoso (1993): Carta Arqueológica del Concejo de Cabranes, sin editar, depósito Consejería de Cultura.

Autor: Vicente Rodríguez Ote

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Resumen

Clasificación: Patrimonio cultural

Clase: Patrimonio civil

Tipo: Arqueología

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Cabranes

Parroquia: Fresnéu

Entidad: Iría

Zona: Oriente de Asturias

Situación: Montaña de Asturias

Comarca: Comarca de la Sidra

Dirección: Heria

Código postal: 33310

Web del municipio: Cabranes

E-mail: Oficina de turismo

E-mail: Ayuntamiento de Cabranes

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